El papel es mi diván

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Luminosa oscuridad

La luz invadió su rostro y ya no vió más nada.La puerta qe siempre vió cerrada al fin se abrió, pero ella nunca se enteró.Se llevó la mano a sus ojos intentando qitar la ceguera de sus pupilas. Imposible. Siempre seguría ahí, la imposibilidad de ver en el mar un horizonte, de ver las ventanas, las vías escapatorias, las puertas de emergencia. El tic-tac de su corazón se aceleró para luego comenzar a recaer en la pesadez y desasón de siempre. Otra vez repitiendo la escena, otra vez entendiendo lo macabro como lo normal, en un cerebro qe no apendió a acallar. Se engañió a si misma el resto de sus días, olvidó lo qe era sentirse amada de verdad, olvidó lo qe era sentir sin necesidad de razonar.
Pasaron los días y los meses, aún enceguecida, pero ya sin tratar de hacerse reaccionar. Se había abandonado ya a la cárcel propia, se había abandonado ya a la idea de qe nunca aprendería a ser viento. No volvió a preguntarse qe es lo qe le había ocurrido, hizo por siempre caso omiso a lo qe había acontecido. Nunca volvió a recordar lo qe aqella vez aprendió, qe la luz y la claridad no siempre son certezas, ni bien estar ni muchísimo menos cordura.



Tic-tac, tic-tac, tic-tac, sonaba su corazón al compás del despertador

1 comentario:

Nazu dijo...

muy buen escrito, que bueno que hayas vuelto a publicar.

siempre paso.

saludos.